Rosalind Franklin: la mujer detrás del ADN.

Científica Rosalind Franklin

 

La figura olvidada en el descubrimiento del ADN

Rosalind Franklin es uno de los nombres más importantes —y a la vez más olvidados— de la historia de la ciencia. Su trabajo con la difracción de rayos X permitió fotografiar la estructura helicoidal del ADN, proporcionando una base fundamental para que James Watson y Francis Crick propusieran el modelo de la doble hélice. Sin embargo, durante décadas, su contribución fue silenciada o minimizada. En este artículo, exploramos la vida, obra y legado de Rosalind Franklin, una científica brillante cuya historia merecía ser contada con justicia.

Primeros años y formación

Rosalind Elsie Franklin nació el 25 de julio de 1920 en Londres, Inglaterra, en el seno de una familia judía acomodada. Desde muy joven mostró un talento excepcional para las matemáticas y las ciencias, lo que le permitió ingresar en el Newnham College de la Universidad de Cambridge, donde estudió química y física.

Después de graduarse, trabajó en investigaciones sobre la porosidad del carbón, lo que más tarde ayudaría en el desarrollo de máscaras antigás durante la Segunda Guerra Mundial. Posteriormente se doctoró en físico-química en la Universidad de Cambridge.

El salto a la cristalografía

Tras la guerra, Franklin trabajó en el Laboratoire Central des Services Chimiques de l’État en París, donde se especializó en cristalografía de rayos X, una técnica avanzada que permite observar estructuras moleculares. Fue aquí donde desarrolló una habilidad única para capturar imágenes precisas y detalladas de moléculas, una capacidad que la convertiría en pieza clave del hallazgo más importante en biología molecular: la estructura del ADN.

El trabajo en el King’s College de Londres

En 1951, Franklin se unió al King’s College de Londres. Allí, trabajó en el Departamento de Biofísica, donde comenzó a aplicar la cristalografía de rayos X al estudio del ácido desoxirribonucleico (ADN). En colaboración con su colega Raymond Gosling, obtuvo una de las imágenes más famosas de la historia de la ciencia: la Fotografía 51.

Esta imagen revelaba claramente la estructura helicoidal del ADN y sería la clave para descifrar su arquitectura. Sin embargo, sin su conocimiento ni consentimiento, Maurice Wilkins mostró esta imagen a James Watson, quien, junto a Crick, construyó el modelo de doble hélice que conocemos hoy.

La controversia y el Nobel

En 1953, Watson y Crick publicaron su famoso artículo en Nature describiendo la estructura del ADN, apenas mencionando el trabajo de Franklin. Aunque ella también publicó dos artículos en el mismo número de la revista, su contribución fue vista como secundaria durante mucho tiempo.

En 1962, Watson, Crick y Wilkins recibieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por el descubrimiento de la estructura del ADN. Rosalind Franklin había muerto en 1958, a los 37 años, de un cáncer de ovarios probablemente provocado por su constante exposición a la radiación. Como el Nobel no se otorga de manera póstuma, Franklin fue completamente excluida del reconocimiento oficial.

Más allá del ADN: otras investigaciones

A pesar de su corta vida, Franklin hizo muchas otras contribuciones científicas importantes. Tras dejar el King’s College, se unió al Birkbeck College, donde lideró investigaciones pioneras sobre la estructura del virus del mosaico del tabaco y el virus de la poliomielitis. Su trabajo sentó las bases para futuros avances en virología y biología molecular.

Redescubriendo a Rosalind Franklin

No fue hasta décadas después de su muerte que la comunidad científica y el público general comenzaron a reconocer verdaderamente el papel fundamental de Rosalind Franklin. Libros como La doble hélice de Watson (1968) contribuyeron inicialmente a reforzar una visión sesgada de Franklin como «difícil» o «distante», pero también despertaron interés en revisar su legado.

En los años siguientes, muchas voces empezaron a alzarse en su defensa. La biógrafa Brenda Maddox publicó Rosalind Franklin: The Dark Lady of DNA en 2002, una obra que reconstruye su vida con respeto y profundidad, mostrando su carácter decidido, su pasión por la ciencia y su constante lucha contra el machismo imperante en el mundo académico de la época.

Franklin como símbolo

Hoy, Rosalind Franklin es vista no solo como una científica brillante, sino como un símbolo de las mujeres ignoradas por la historia. Diversas instituciones llevan su nombre, desde universidades hasta laboratorios y becas científicas. Incluso una misión de exploración de Marte de la Agencia Espacial Europea fue bautizada como Rosalind Franklin Rover.

Su historia es una poderosa lección sobre la importancia del reconocimiento justo en la ciencia y el valor de dar voz a quienes han sido injustamente olvidados. Es también una inspiración para las nuevas generaciones de científicas que siguen enfrentando barreras estructurales y culturales en el ámbito científico.

¿Qué habría pasado si…?

Una pregunta que muchos historiadores de la ciencia se hacen es: ¿qué habría logrado Rosalind Franklin si no hubiera muerto tan joven? A juzgar por la calidad y el alcance de su trabajo, es probable que hubiera seguido siendo una figura de primer nivel en la biología molecular. Su enfoque meticuloso, su ética de trabajo y su capacidad para resolver problemas complejos la perfilaban como una científica excepcional, incluso entre sus contemporáneos más reconocidos.

El legado que permanece

Hoy, más de medio siglo después de su fallecimiento, el legado de Rosalind Franklin sigue creciendo. En una época en que la ciencia busca ser más inclusiva y representativa, rescatar figuras como la suya es esencial para construir una historia más completa y justa. Su vida nos recuerda que el progreso científico no es solo obra de nombres consagrados, sino también de quienes, como ella, trabajaron con rigor y pasión, incluso sin obtener el crédito merecido.

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